Me dijeron que fuera libre. Ahora lo soy, aullando a la luna.

30 dic 2012

Palabras que caían como lluvia

No dejabas de preguntarme que era eso que nos había aplastado. La vida, así de simple.
No pudiste creerme la primera vez que te dije, entre gemidos y suspiros, que lo único que quedaba del amor que antaño tuvimos eran un montón de sueños rotos tirados sobre la alfombra. Y tú solo me respondiste con una sonrisa de dientes blancos, y un "no me importa, nosotros juntaremos los trozos". Me ignoraste en ese momento. Y, por un motivo que no puedo todavía recordar, yo también decidí ignorarme. Te besé en los labios, mientras devorabas un alma juguetona, y nos volvimos a enredar entre las sábanas, mientras los muelles rechinaban con fuerza.
El sol me despertó con crueles rayos rojizos, y dejaron ver un vacío a mi lado, en la cama, donde antes había estado tu cuerpo desnudo. Y rompí a llorar. Vi, a través de lágrimas doradas, que tú "nosotros" no significaba nada más allá que un "yo" que no te dejaba ver nada más.
Pero el el dolor es fuerte, amigo. La ira se alimenta de este. Y en mi corazón no cabía absolutamente nada más que un dolor intenso y un odio profundo.
Un pájaro revoloteó hasta el alféizar de nuestra ventana. Me miró con sus ojuelos enegrecidos, y yo le devolví una mirada fugaz. Una sonrisa irónica cruzó mi rostro, mientras el pequeño animal se posaba sobre mi dedo.
<<El nombre de Rïa nunca había significado nada para ti. Pero ahora lo hará. Vaya que sí>> pensaba, mientras un pequeño gorrión languidecía entre sus manos. 
La lluvia empezó a azotar la ciudad de Manhattan.