Me dijeron que fuera libre. Ahora lo soy, aullando a la luna.

9 oct 2012

Sourire.

Me enfadaré contigo; ¿sabes cuándo? Cuando el cielo me lo diga, con alegres nubarrones grises, que se desplomarán sobre el suelo. 
Me enfadaré contigo cuando, cada vez que llueva, no sonría ni una sola vez, cuando no me llegue ese aroma intenso a tormenta, cuando los relámpagos no crucen el cielo nunca más.
Me enfadaré contigo cuando, con tu mirada, dejes de mostrarme ese amor incondicional y ese apoyo que me anima hasta en los momentos más duros.
Me enfadaré contigo cuando los árboles y la hierba dejen de danzar, al suave compás del viento, que los mece con cuidado y cariño.
Me enfadaré contigo cuando, tras mil lágrimas, no acudas a mi lado; y cuando tras mil risas, no te rías conmigo. 
Me enfadaré contigo cuando ver una puesta de sol o un amanecer, no me alegren no me hagan sentirme pequeña, insignificante, mejor persona.
Me enfadaré contigo cuando, como loba, no sonría cada vez que contemplo, no con los ojos, si no con el alma, la luna.
Me enfadaré contigo cuando no pueda ver a través de tus ojos, cuando no pueda ver tu loca y alegre sonrisa, cuando tus ojos derramen amargas lágrimas y no sepas por qué.
Me enfadaré contigo cuando... ¿Sabes qué?
Ni cuando las nubes se estrellen con estrépito contra el suelo; ni cuando no sonría al oler la tormenta que se avecina, furiosa; ni cuando tu mirada se apague, y no me muestres ese cálido sentimiento; ni cuando los árboles se queden quietos y el viento acalle su tenue murmullo;  ni cuando no me hagas caso, y olvides que siento; ni cuando el sol se apague para siempre, o yo deje de disfrutar de su luz; ni cuando mi alma de loba me falle, y vea a la luna con otros ojos; ni cuando tus ojos denoten tristeza y no dejes de llorar, ni siquiera entonces, me enfadaré contigo.
¿Y sabes por qué? 
Porque un día, cuando esté triste, cuando no pueda más y solo quiera sentarme y desapecer, ahí estarás , con tu cálida sonrisa. Me mirarás a los ojos, y verás en mí lo que nadie sabe ver. Y sonriendo aún más, me dirás "es hora de que sonrías". Y yo, como una tonta, te haré caso. Una y otra vez.

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